Que en la guerra Putin lance propaganda para justificar la invasión de Ucrania es una cosa, que tantas personas la reproduzcan como si de información veraz se trate es algo menos entendible. Las acusaciones adquieren verosimilitud no porque se contrasten, sino porque circulan profusamente. Así, la elipsis se impone como criterio de verdad. En esta era de la desinformación, Putin invadió Ucrania difundiendo falsas premisas, entre ellas que debía “desnazificarse”.

Existe un consenso sobre la presencia de grupos extremistas en Europa del Este y Central desde el fin del comunismo. Y esto incluye a Ucrania. Mencionemos que el regimiento Azov formado por voluntarios ultranacionalistas y neonazis en el 2014 adquirió protagonismo en la guerra en Donbás. Sus miembros fueron incorporados a la Guardia Nacional ucraniana.

Es innegable que grupos extremistas (con una prédica nacionalista xenófoba) son visibles en la vida pública de Ucrania, aunque hay que decir que el peso electoral de estos partidos ha sido marginal: en las últimas elecciones parlamentarias (julio 2019), la coalición de extrema derecha, Svoboda y el Sector de Derecha, obtuvo solo 2,15% de los votos.

Una mirada más amplia del extendido fenómeno extremista permite rastrearlo también en territorio ruso. De ahí lo inconsistente de Putin, pues si de desnazificar se trata, tendría primero que ocuparse de su propia casa. Grupos neonazis y extremistas gozan de buena salud en ese país. El partido ultra Unión Nacional Rusa que lidera Alexander Barkashov enarbolaba una bandera con una esvástica sobre un fondo rojo; retiró el distintivo nazi en 2014, coincidiendo con el discurso de “desnazificación” de Ucrania levantado por Putin, en una operación de camuflaje político. A buen entendedor.

Otros militantes neonazis rusos exhiben sin pudor sus raíces extremistas. Es el caso de Alexey Milchakov que posa en fotos orgulloso con la bandera del Tercer Reich. Él es uno de los comandantes de la unidad militar Rusich, milicianos en su mayoría de San Petersburgo. Esos Rusich y la Unión Nacional Rusa mandaron efectivos al conflicto del Donbás en 2014 y ambas están acusadas de crímenes de guerra.

El papel de los grupos extremistas rusos fue fundamental en el avivamiento de los movimientos separatistas prorrusos. El proclamado “gobernador” de la república títere de Donetsk, Pavel Gubarev, fue militante y recibió entrenamiento militar en el seno de la Unión Nacional.

La vocación antisemita de líderes prorrusos ucranianos tampoco se mezquina: en el curso de una conferencia de prensa en 2015 calificaron de “judíos patéticos” a los políticos ucranianos.

Contrariamente a lo que sostiene Putin, el historiador Vyacheslav Likhachev evalúa que el peso de los radicales rusos al lado de los separatistas en Donetsk y Lugansk “fue militar y políticamente más importante que el involucramiento” de los extremistas ucranianos.

Digámoslo con claridad: si hay que desnazificar, Putin tendría que ocuparse primero de Rusia.


Foto: Sputnik