Las cartas están echadas. La entrevista televisiva concedida este domingo por el presidente Martín Vizcarra pone sobre la mesa la posición del Ejecutivo y delinea el escenario de las próximas horas. Algunos alcances:  

1. Vizcarra dejó entrever que no contaría con los 44 votos que lo libren de la vacancia. "Si tienen los 87 votos que hagan la vacancia. Y si al final a través de la fuerza o de los 87 votos me vacan, hasta ese día estaré”. En estos días se ha soslayado este ‘detalle’, el de los números. Seguir adelante con la cuestión de confianza y, eventualmente, cerrar el Congreso requeriría de al menos un núcleo duro (un tercio de la representación) con respaldo al Ejecutivo. Y evitar el escenario distópico: la salida del presidente y la instalación de Meche Aráoz en Palacio de Gobierno (que ya dijo que a rey muerto, rey(na) puesto).

Recordemos que en el 2017 PPK se salvó por un pelo de la vacancia con los votos de los Avengers, quienes desertaron de las filas del malvado titán. Pero el escenario de hoy es más complicado, pues la mayoría de esos Avengers no votaría por su propia autodisolución. El de estos días es, pues, un escenario de incertidumbre constitucional en el que no se descarta un presidente haciendo el bonzo.

2. Este contexto de irresolución de la crisis, los tropiezos y hesitaciones del Ejecutivo han generado tensiones al interior de las fuerzas democráticas. Y críticas entendibles al liderazgo que se esperaba del jefe del Estado y de su premier. Aun así, no deja de llamar la atención el que se descalifique gruesamente a Vizcarra como si la decisión de pedir la cuestión de confianza fuera un asunto de ‘decencia’ o de ‘valor’ (léase hombría). Aunque lo subjetivo (condiciones de liderazgo, por ejemplo) siempre entra a tallar, dar ese paso, pedir la cuestión de confianza, responde en última instancia, como se ha comentado, a un cálculo político y también de números (en el Congreso).

Por lo demás, la cosa pública no se reduce a un ‘juego’ político de voces donde se profieren aforismos (del tipo, ‘patria o muerte’) en el calor de una discusión partidaria o en redes sociales. Ese es un terreno alejado de las decisiones de política pública que se colocan en el (límite del) marco legal y de la legitimidad, además de consensos políticos mínimos.

A final de cuentas, conseguir los 44 votos y movilizar a la ciudadanía era y es responsabilidad del Ejecutivo 'sin bancada', pero también de las fuerzas de oposición al fujimorismo en el Congreso y fuera de él.

3. Las fuerzas políticas embarcadas en el rechazo al fujimorismo tendrían que reconocerse unas y otras como parte de un mismo bloque democrático, al menos en esta coyuntura. Esto era y es indispensable para enfrentar a ese otro bloque, que ha demostrado ser más compacto (aunque no infranqueable). Así, un Ejecutivo que negocia no tendría que negociar solo en nombre propio, pues también lleva el encargo de ese bloque. Evitar la orfandad política pasa por hacerse de aliados. Transparentar la agenda en estos momentos sería un gesto de fortaleza y no de debilidad. El Ejecutivo necesita urgentemente de operadores políticos que así lo entiendan.

4. En este escenario de colisión de trenes, el premier Del Solar tiene el encargo de presentar la cuestión de confianza sobre un tema decisivo para la institucionalidad del país: la elección de seis de los siete miembros del Tribunal Constitucional (TC). El TC es el órgano supremo de interpretación de la Constitución, se pronuncia sobre asuntos de peso como el hábeas corpus que pide la libertad de Keiko Fujimori, observar las leyes del Congreso (como la ley Mulder, sobre la publicidad estatal), pronunciarse sobre el uso del enfoque de género en entidades del Estado y privadas, sobre los alcances de la propia cuestión de confianza y un largo etc. El presidente tiene a su favor la calle, el hartazgo de la ciudadanía y tiene el bloque de congresistas opuestos al fujimorismo y eventualmente algunos congresistas más, “invitados” de Fuerza Popular o de Cambio 21 y otros. En este punto de tensión con el legislativo, la elección de los miembros del TC, el bloque opuesto al fujimorismo se robustece (aunque no sabemos si alcance la cifra mágica, 44).

5. La agenda del Pleno del día lunes estará sujeta al pulseo político de la mañana. Aquí contará la presión en el Pleno y en la calle. Nuevo Perú adelantó que peleará en la junta de portavoces el que se discuta primero la cuestión de confianza del Ejecutivo. Este orden en la agenda es imperativo, y además/o al menos que se suspenda el cuestionado proceso de elección ‘express’ de los miembros del TC. Del Solar tiene un claro mandato político del Ejecutivo y de la ciudadanía. El artículo 129 de la Constitución faculta a los ministros de Estado a asistir a las sesiones del Congreso. Del Solar llegará al Pleno a las 8:30 am, con o sin invitación. Y montará la guardia.

6. Vizcarra anunció que, en el peor escenario, si el bloque aprofujimorista impone la elección de los miembros del TC al caballazo, considerará que la cuestión de confianza ha sido denegada. “Sí, así lo tomaríamos, porque ya ha sido anunciada esta cuestión de confianza por el presidente y hay un documento que ha ingresado el viernes al Congreso”. Así las cosas, el mandatario procedería, según la Constitución de 1993, a emitir un decreto en el que se declare disuelto el Congreso y se convoque a elecciones legislativas dentro de los siguientes cuatro meses.

7. Hoy lunes, la ciudadanía tiene que salir a la calle y mantenerse vigilante a lo largo de la jornada. Hoy es uno de esos días D en el que toca salir y cerrar filas. Y se espera de los políticos que actúen con disciplina y amplitud de miras políticas. Ya habrá tiempo, el día martes o el miércoles, de retomar la discusión política, de comentar y criticar decisiones del Ejecutivo: las inconsultas concesiones mineras, las leyes de excepción laboral, el respaldo a la fiscalía anticorrupción y etc. Pero para que haya martes y también miércoles, primero tiene que haber un lunes. Hoy, la gente se siente convocada por la consigna ¡hoy no pasarán!


(Foto: Flickr Presidencia del Perú)