El 13 de marzo de este año presenté una queja en la plataforma Alerta contra el racismo. Denuncié un ‘chiste’ relacionado con una mujer afrodescendiente realizado por Hernán Vidaurre en el programa ‘En Conexión’, de RPP, que se transmite de 6 a 8 pm, de lunes a viernes, con la coanimación de Renato Cisneros y Fernanda Kanno. 

El chiste iba más o menos así:

Una ‘morena’ está en un micro, un hombre se coloca detrás.
Ella se queja: —‘Oiga ¿qué le pasa?’. 
El sujeto se defiende: —‘Yo no estoy haciendo nada’. 
La ‘morena’: —‘Ah, ya, entonces haga pasar a otro’.   

Lamentablemente, no es la primera vez que escucho en programas de RPP y en otras radios hacer mofa o vejar a mujeres negras, mujeres en general, homosexuales y otras personas que cargan con prejuicios y estigmas en la sociedad peruana. Siempre los mismos sujetos paródicos, expuestos a la burla y las risotadas del público.

A mí, como mujer, no me pareció gracioso sino ofensivo. Tampoco era un chiste ‘inocente’, hablaba de una mujer negra que en el imaginario de muchos es una mujer ‘caliente’, a la que ‘le gusta’ que le metan mano. De ahí a la ‘violación consentida’ hay un paso.

Decidí que esto era el ‘hasta aquí’, que iba a hacer algo. Presenté entonces la queja a la plataforma Alerta contra el racismo que depende del Ministerio de Cultura (Mincul). Y me respondieron a las pocas horas. ‘Excelente’, me dije, ‘la plataforma está funcionando’. Bueno, sí, pero no.

Primero: Revisaron el contenido del programa del radio, correspondiente al 11 de marzo.

Segundo: Alerta contra el racismo “pudo constatar que el chiste que se formula hace expresa referencia al color de la piel de una mujer, lo que podría vincularse a su supuesta identidad afrodescendiente. Asimismo, pudo constatar su evidente contenido sexual. Esta alusión da cuenta de estereotipos y prejuicios relacionados a la mujer afrodescendiente, las que, en efecto, se enfrentan con expresiones de violencia simbólica ligadas a estereotipos vinculados a su sexualidad”.

Tercero: Relacionaron esta hipersexualización de la mujer afrodescendiente con la violencia de género. “En ese sentido, las bromas o comentarios que hacen referencia a la hipersexualización de la identidad afrodescendiente, no solo evidencian la prevalencia de los estereotipos y prejuicios racistas, sino que además banalizan los esfuerzos que se realizan por disminuir y erradicar la violencia de género”.

Bien.

Cuarto: Reconocieron un vínculo entre los contenidos vertidos en los medios de comunicación (radio, televisión, etc.) con la formación de valores de tolerancia o, por el contrario, de normalización de la discriminación. “Es importante resaltar el rol que juegan los medios de comunicación en los procesos de socialización y en la representación que se tiene del otro. En ese sentido, la representación que se haga de una persona o grupo de personas, así como de los rasgos que definen su identidad étnica o cultural pueden influir en los valores, comportamientos y actitudes de las personas que los consumen, lo que puede derivar en actos de racismo o de discriminación racial”.

Quinto: Alerta contra el racismo me informa del marco legal que regula a la radio y televisión peruana (Ley N° 28278) así como sus principios de “defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad”.

“Muy bien”, me dije. Aquí existe una clara violación de los principios enunciados en la ley peruana, por no hablar de los artículos 1 y 2 de la Constitución del Perú que defienden a la persona humana y el respeto de su dignidad. ¿Entonces?

Sexto: Pero entonces, Alerta contra el racismo saluda mi decisión de escribirles. Y me informa que estoy “facultada” a presentar una queja ante la Sociedad Nacional de Radio y Televisión (SNRTV). Con una sucinta orientación para presentar el documento, “alegando que el hecho reportado, refuerza estereotipos y prejuicios raciales sobre las mujeres afrodescendientes”.

Y nada más. Con eso ha cumplido y me deja sola con mi queja. Y buena suerte. Es decir, el Estado peruano toma conocimiento de una denuncia por discriminación y violencia de género, documenta el acto y determina que sí hay evidencias razonables de lo dicho. Pero se inhibe de actuar. ¿Cómo es esto posible?, ¿en qué país del mundo el Estado le dice a un(a) ciudadano(a), “tiene razón, vaya y quéjese a otros”.

Alerta contra el racismo fue creado en el año 2013, durante la presidencia de Ollanta Humala. Este instrumento que es concebido como plataforma de información y de “interacción para enfrentar la discriminación étnico-racial” tiene que replantearse. No se puede dejar a un ciudadano “colgado” con su queja. El Estado no puede desconocer su mandato constitucional y la razón de ser de un Estado: hacer respetar la ley.

El Mincul tiene la oportunidad de ajustar este instrumento de manera que, de una buena vez, atienda las quejas del ciudadano o, por lo menos, lo derive a la instancia estatal que sí se haga cargo del acto que vulnera sus derechos. Y no dejarlo solo ante los poderes que justamente lo han agraviado o han agraviado a comunidades vulnerables. En otro ámbito de derechos, el Centro de Emergencia Mujer (CEM) acompaña a mujeres víctimas de violencia familiar y sexual. En los CEM, que dependen del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, las mujeres reciben orientación legal, defensa judicial y consejería psicológica.

Cierto, en lo inmediato el Mincul no posee ni el presupuesto ni los recursos humanos para abrir “centros de emergencia” contra la discriminación en todo el Perú. En cambio, señala la abogada Ana María Vidal sí puede vincular a los procuradores del ministerio con la atención de los casos relacionados con la discriminación en medios de comunicación. “Si el procurador del Mincul puede denunciar a jóvenes que, en medio de una protesta, pintan con spray un monumento histórico, debería poder presentar una queja ante los medios que violentan y discriminan a las mujeres afrodescendientes”, precisa.

Se trata de cambiar la lógica de intervención del Estado. O de extenderla y ponerla del lado de los ciudadanos. Después de todo, el viceministerio de interculturalidad es el ente rector “responsable de formular políticas, programas y proyectos que promuevan la interculturalidad” con el fin de “fomentar y garantizar los derechos y el desarrollo integral de los grupos culturalmente diversos del país”. Ese viceministerio tiene una Dirección de Diversidad Cultural y Eliminación de la Discriminación Racial con un mandato institucional e imperativo que se enuncia en su título.

En los casos que involucran a los medios de comunicación, el Mincul podría, en concreto, acoger la denuncia del ciudadano y formular la queja ante la SNRTV. Bajo este escenario, la procuraduría percibiría un porcentaje de las multas impuestas a los medios de comunicación infractores.

El Mincul tiene la oportunidad de hacer la diferencia. Nuestra sociedad es de las más conservadoras de América Latina (que ya es decir, muy conservadora), pero también de las más discriminadoras y donde vivir negra, mujer, homosexual, indio o chino es un dolor permanente para muchos, desde la infancia en la calle y luego, en la vida adulta. Tiene razón un sujeto cuando en redes alega que su chiste o sus “avances” contra una mujer “no tienen nada de malo”, que “así es”. Claro, “así es” en la sociedad peruana. Por un lado, el Estado peruano dice una cosa (en las escuelas, en sus normas que aprueba); por el otro, la radio, la tele, las conversaciones del día a día dan cuenta de otra realidad, donde se dicen las cosas “como son”.

El Mincul, insisto, tiene la oportunidad de contribuir, de manera decisiva, en la tarea de labrar otro sentido común y otras sensibilidades en la convivencia entre peruanos. Eso sería ya un gran aporte.

Mientras tanto, sería un gesto valioso que el comediante de RPP se disculpe con las mujeres afrodescendientes, y que asuma el compromiso de cuidar el trato que brinda a los ciudadanos y ciudadanas. Sentando un buen precedente.